sábado, 16 de octubre de 2010

Mercedes, un Regalo que María nos hizo en Medjugorje

En Medjugorje estuve alojado en la pensión Milena. Todos los compañeros de peregrinación que estuvieron alojados allí resultaron ser gente estupenda. Seguramente hubiese tenido la misma fortuna con los compañeros en cualquier pensión en la que me hubiese tocado en suerte alojarme.

Entre las personas que había alojadas en mi pensión había una pareja joven. Él; todo un hombretón alto y fuerte. Ella; una joven rubita, con el pelo cortito y bastante más pequeña que él. Eran Pedro y Mercedes. La verdad es que no tuve la ocasión de charlar mucho con ellos. La mayoría de las veces que coincidíamos por los pasillos tan sólo cruzábamos un saludo en el que ellos demostraban toda su amabilidad. Solamente en un almuerzo coincidimos en la misma mesa y pudimos intercambiar nuestras experiencias sobre el viaje. Pedro parecía un poco más reservado pero Mercedes desbordaba en todo momento simpatía y locuacidad. Por las miradas y los gestos de ambos no cabía la menor duda de que se amaban profundamente y que eran un matrimonio feliz.


Como todos sabéis el día de la subida al Monte de las apariciones se hicieron dos grupos. Yo subí en el grupo que iba con Filka. Entre que éramos muchos y que la subida es dura y bastante ocupación hay con ir mirando donde apoyas bien el pie, la verdad es que no me fijé mucho en quienes integraban el grupo.

Para los que no veníais en ese grupo os diré que al llegar a la Virgen Blanca que indica el lugar donde la Virgen María se apareció por primera vez, Filka pidió que presentáramos en voz alta nuestras peticiones particulares a la Gospa siendo ella la primera en hacerlo. Tras ella, quizás porque están más acostumbrados a hablar en público y les dé menos corte, lo hicieron todos los sacerdotes que venían con nosotros. Y ahí se produjo un alto. ¿Qué “peregrino de a pie” se atrevería a ser el primero en exponer en público sus súplicas a María?
 
A los pocos instantes, justa a mi lado, una voz femenina rompía el hielo. Su petición decía, más o menos, lo siguiente:

--“Madre, yo quiero pedirte, si lo consideras oportuno, que se me cure el cáncer que tengo y si no puede ser así que nos des fuerzas para sobrellevarlo a mi familia y a mí.”

Fue una súplica hecha con tanta entereza y naturalidad que, sin duda, penetró como un puñal en los corazones de todos los que allí estábamos. El silencio que se hizo a continuación fue estremecedor.

Yo, que durante toda la petición no quise apartar mi mirada de la imagen de la Virgen, transcurridos unos minutos me atreví a girarme para ver a la persona que había formulado tan impactante ruego. Era Mercedes.


Dios me hizo ver que María se había servido de Mercedes para obsequiarnos con uno de sus muchos regalos. A través de la sencillez, la alegría, la amabilidad, la fe, la fortaleza de espíritu y el abandono en Dios de Mercedes, María nos acababa de dar una lección magistral de cómo debemos afrontar las adversidades.

A los pocos días de volver a España una compañera de peregrinación me informó de que Mercedes iba a recibir fuertes sesiones de quimioterapia y pedía oraciones por ella. Posteriormente, desde la apertura de este blog, también han sido numerosos los peregrinos de Medjugorje que se han dirigido a mí solicitando oraciones por Mercedes. Quiero aprovechar el blog para hacerme portavoz de todos ellos y rogar a todos los que lean estas líneas oraciones por Mercedes, un regalo que nos hizo María en Medjugorje, para que Ella, su Madre Celestial, cuide y ayude a esta hermana nuestra y a toda su familia. Seguro que nuestras oraciones aliviarán el peso de la cruz de Mercedes.

Manuel Arrebola

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